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El hecho narrativo.
Fragmento de "¿Por qué nos gustan los cuentos?"
Biblioteca Viva. Revista de los bibliotecarios de Albacete 2008



Para que los cuentos lleguen a algún sitio es necesario que echen a andar y para ello, como fase inicial, necesitamos como mínimo tres elementos:

En primer lugar un narrador bueno o una buena narradora que conozca, no sólo los cuentos, sino también las claves de la oralidad para hacerlos llegar a quienes van a escucharlos.

También es necesario un público. Un conjunto de personas. Pero no vale cualquiera. Es necesario que quiera escuchar. Que haya venido a eso y que gracias a unas condiciones adecuadas puedan hacerlo.

Por último, son imprescindibles unas condiciones adecuadas del entorno.
-Que las palabras lleguen con comodidad a los oídos.
-Que el público se encuentre cómodamente acomodado.
-Ausencia de ruidos.
-Ausencia de movimiento de personas que entran y salen de la sala. O que deambulan entre el público sin descanso (propio ni ajeno).


Si tenemos los tres elementos y el público guarda silencio y los cuentos salen de la boca y llegan a las orejas estaremos en el buen camino, puede que lleguemos a la segunda de las fases: La fase inicial.

Puede confundirse con el hecho narrativo en sí mismo, pero no lo es. Sabremos que estamos en la fase inicial porque:
-Se produce una cierta sensación de cercanía.
-Hay una idea de conjunto flotando en el aire y muchos comprenden en ese momento aquello que tantas veces hemos dicho: que la sesión de cuentos la hacen en igual medida quien cuenta y quienes escuchan.
-Sentimos que estamos en lo mismo.
-Los que escuchan se sienten escuchados.
-Quien habla siente que le hablan
(sin palabras, con ese lenguaje antiguo y silencioso de los cuerpos).
-Se llega a cierta sensación de intimidad, por muchos que seamos.
-Si uno se fija, puede escuchar el silencio.
-Cuando el narrador hace pausas se oye el silencio convertido en algo mucho más grande que la ausencia de sonidos. Esto es un síntoma muy indicativo. Si no hay silencio, las pausas pierden sentido. Si no hay pausas, la narración pierde sentido.

Repito que puede pensarse que  la fase inicial es el hecho narrativo, lo que buscan las personas al contar los cuentos, pero no es solo eso.

Solo si hemos conseguido pasar de la fase previa a la fase inicial y no nos hemos quedado en ella, podemos intentar llegar al hecho narrativo.

El hecho narrativo es el disfrute de las palabras, es decir, de nosotros mismos, pues como todo el mudo sabe y tantas veces se ha dicho ¿Qué somos sino palabras? ¿Cómo vamos a existir si no tenemos palabras? ¿Cómo hacer pan si nos falta el color amarillo? ¿Qué somos sino las palabras que tenemos y que nos contienen?

Es pues, repito, el disfrute de las palabras. Pero no de cualquier palabra. De las que son nuestras. Las palabras llegan, permitidas por las condiciones de que hablábamos en la fase previa, amplificadas por el grupo como hablábamos en la fase inicial y toman fuerza y se nos meten dentro, y nos hablan de nuestras cosas, escuchamos el eco de las palabras, eso es el hecho narrativo, no el oír las palabras sino escuchar su eco. Un eco que producen al llegar a nosotros. Nos tocan y salen hacia afuera y eso es lo que el narrador escucha. No sus palabras sino el eco que han provocado al tocar lo más íntimo de cada una de las personas que escuchan.

Llegar al hecho narrativo, significa que cada uno escucha SU cuento construido con las palabras que el narrador propone... en el silencio del grupo. Porque el silencio de una persona sola no es lo mismo que el silencio que hacen cincuenta personas vivas. Un silencio que nos acoge y nos protege. En silencios así, que se producen porque se ha dado permiso a quien cuenta las historias, porque ha podido hacerlo y ha sabido y ha querido, las palabras no nos pueden hacer daño y por eso, solo entonces, les dejamos que nos toquen el corazón u otros órganos vitales. Eso es el hecho narrativo. Búsquenlo.

 

 

 

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